Soneto-Oración

A Ti me vuelvo, gran Señor, que alzaste,
a costa de tu sangre y de tu vida,
la mísera de Adán primer caída,
y adonde él nos perdió, Tú nos cobraste;

a Ti, Pastor bendito, que buscaste
de las cien ovejuelas la perdida,
y hallándola del lobo perseguida,
sobre tus hombros santos te la echaste.

A Ti me vuelvo en mi aflicción amarga
y a Ti toca, Señor, el darme ayuda,
que soy cordero de tu aprisco ausente

y temo que a carrera corta o larga,
cuando a mi daño tu favor no acuda,
 me ha de alcanzar esta infernal serpiente.


               Miguel de Cervantes 
 (o engenhoso fidalgo Dom Quixote de la Mancha) 

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